Como un
saxofón que no duerma contigo. Así debe sentirse una madre tras dar a luz a su
niño.
En este
primer programa nos hemos trasladado al lugar del que parte todo: Un hospital.
Pero más concretamente, y lo que marca nuestro futuro, la sala del Descubridor,
aquel personal médico que indica cuál es la habilidad, el don, con el que nace
cada uno, algo fundamental para entender la sociedad en la que vivimos.
Primero
nos reunimos con el director de departamento de Historia Antigua de la
Universidad de Murcia, Juan Torres, para ver por encima cómo se enteraba
antiguamente uno de su capacidad, cuándo empezó a regularse…
Surgimos
de entre las calles y queda la catedral murciana a nuestra izquierda. Nos
acompaña. Como si nos guiara, cubriera del sol, con sus fauces gigantes
cerradas, sus párpados, custodiados por santos, las artes, los ángeles… Y la
gitana, de varios minutos de anchura, con su vaso del Mc Donald bañado de unos
céntimos.
-¿Cómo
se han ido descubriendo los poderes a lo largo de la historia?
-Pues
desde el inicio de los tiempos lo que se creía, porque era una creencia, es que
sólo los elegidos tenían algún don. Sólo los más llamativos, y muchas veces
sólo estaba bien visto en los hombres. Me explico: Un hombre de tres metros era
propio de merecer una característica de Dios. Pero una mujer cuya voz volviera
locos de amor a los hombres de manera incondicional era un pecado.
>>Esto
se vio diferente según las culturas. Hay textos egipcios que hablan de la hija
de un faraón que se convertía en gato, y claro, la intención de matarla se vio
suprimida por una orden del faraón que dijo que si era de su sangre no era mal mostrar habilidades,
literalmente lo pone, y que desde entonces los gatos adquirieron un matiz muy
importante en la sociedad. Pero si tu sangre no era real y eras una mujer,
podías darte por muerta.
>>Esta
situación se tradujo un poco a las épocas que fueron apareciendo, con algunas
excepciones que permitieron a las mujeres participar en guerras, porque antes,
claro, lo que llamaba la atención era esto: Lanzar bolas de fuego, convocar una
tormenta que lanzara a la armada invencible al mar… Todas esas cosas que de
verdad se puede demostrar y se puede ver.
-¿Y la
quema de brujas?
-Eso
fue una risa. Eso eran venganzas. Tienes que tener en cuenta que el 90% de los
poderes no se ven, pero lo de la quema de brujas fue una salvajada. Era un ojo
por ojo. Un día tú acusas a mi mujer de ser bruja, la quemas, y luego yo a la
tuya, y el marido de la última señala a la hija, pero es que la hija tenía un
amante que decide señalar a la hermana del marido de… Hasta que se paró.
-Pues
vaya, menos mal que en algún momento pararon…
-Bueno…
La historia ha demostrado que queda esperanza al descubrir que algún momento
alguien parará de hacer daño.
-Y
hablando de descubrir, ¿cuándo empieza a crearse la figura del descubridor?
-En
algunas tribus ya existía esa una figura que decía y aconsejaba a los demás
sobre qué hacer con su vida. Los señalaba como guerreros, o cocineros,
narradores… Pero donde se hizo por primera vez de manera más formal frente a
una sociedad más amplia fue en Japón. Las familias presentaban a sus hijos a un
“descubridor”, al Hakken-Sha, y los enviaban a una orden bushi para
convertirlos en samuráis. Y del primero que se tiene constancia es sobre el año
800. Aquí hasta mediados del siglo XIX no se hizo caso.
-¿Año
800? ¿Y si su poder no era dado a ser guerrero?
-Pues
no importaba porque se decía que cualquiera podía ser un buen guerrero si
mezclaba su arte con el de la espada, que era un don supremo que tenía que
aprenderse.
-Vaya,
al contrario que ahora, que si tu poder no tiene nada que ver es complicado que
te adjudiquen ese trabajo.
-Y por
eso los padres se lamentan más ahora que durante la época antigua de Japón.
-Pues
mejor nos vamos a ver a una familia que acaba de tener un hijo, a ver qué nos
encontramos y lo vivimos de primera mano.
-Pues
perfecto, suerte.
-Gracias,
Juan.
-A
vosotros.