Os aseguro que un día de estos me meto un tiro.
Entraré a una boda y diré
eh
no pasa nada,
en realidad la magia no existe
y los locos llevamos la razón a cuestas
como una piedra pesada.
Dejará de llover de vez en cuando
y no me tiraré horas mirando por la ventana
a que aparezcas
ni horas escribiendo poemas
para que leas.
No.
Cogeré una pistolica
e iré por la calle gritando,
gritando muy fuerte,
hasta quedarme sin garganta,
amenazando a la gente,
pegando tiros al aire
para que sientan el miedo que siento,
infelices,
que no saben lo que es sentir.
Gritaré hasta quedarme sin balas.
Y luego me quedaré allí,
enfrente de la plaza
a que por casualidad te cruces conmigo.
Y viendo la buena suerte que he tenido,
seguro,
seguro,
que esa vez,
estaré pensando en ti,
como cada uno de los segundos
que se han resbalado de entre mis dedos.
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