viernes, 19 de agosto de 2011

Moraleja.

El amanecer,
villano de la novela,
separa a aquellos amantes
de su profundo y dulce sopor.

Han estado toda la noche
soñando con que nada era un sueño,
pero al terminar la tormenta de besos,
se miraron a los ojos,
y se dijeron,
Te echaré mucho de menos.
Ella le contuvo las lágrimas,
él respiró su piel.
Tengo que marchar,
le tuvo que recordar ella.
Y él,
harto de tanto llorar,
cansado de tanto capricho,
No me importa que te vayas
si algún día vuelves.
No me importa que me olvides
si luego me recuerdas.
No me importa si no me cantas,
si luego me oyes.
Si pretendes creerte las historias
de que encontrarás lo mismo
pero diferente
¿por qué tus pasos siguen aquí
deseando a que los retenga?
¿Por qué sigues mirando al frente
en lugar de a la puerta?
¿Por qué tienes tanto miedo
de que esto se desvanezca?
Te tienes que ir,
vete,
emprende tu viaje a Ítaca,
yo estaré aquí esperando
cada una de tus sonrisas.
Pero si por alguna razón no vuelves,
que sepas,
que aquí hay uno que quiere,
pero no te olvida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario