lunes, 7 de noviembre de 2011

Agooooníiiiaaaa

Yo podría pisar la verdad sobre el cuello de ese alguien.
Sí... Ese alguien. ¿Te imaginas?
Arrancarle con las manos frías el clamor ardiente de tus gemidos
que provocaron el crepitar obsceno de mis plaños
en un puzle desgarrado donde las promesas a quemarropa se quemaron
y dejaron esa cicatriz por ahí, cerca de mis latidos.

Movería un par de cables con noticias de sobre blanco.
Toc toc.
Soy la venganza,
vengo a arrebatarte las mentiras con uñas de bambú.
Ese al que querías le cuenta historias a otra
y la almohada de vuestro pincel huele a lejía y a miel.
Y a nadie le importa que mis palabras vengan de novelas.

¿Qué pasaría si abriera las puertas y dejara pasar al invierno?
No volverías a mi ático.
Te dejaría morir bajo el rocío de nuestras hojas,
helada como las páginas de nuestra historia.
Yo seguiría en pie.
Recuerda.
Ya no puedo morir.
Tú me arrebataste la vida.

¿Oyes el piar de mis palabras?
La incongruencia se convierte en mirto.
Al miedo le salen alas.

¿Que por qué no he escrito ya tu sentencia de muerte?
Porque la cruel incertidumbre de los segundos
llenará tus latidos de agonías.

Porque soy un monstruo como las mariposas del mediodía.
Porque ya nadie recuerda que juntos fuimos poesía.

1 comentario:

  1. Ya no puedo morir.
    Tú me arrebataste la vida.
    ...
    Tú justificas mi existencia:
    si no te conozco, no he vivido;
    si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido.

    ;)

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