Luz y sombra.

A un lado la luz, al otro la sombra.

Soy el monstruo que lleva en su alma linternas apagadas,
el abrigo frío de piel y labios y palabras
y el interruptor de mi ombligo al otro lado de la garganta.

Soy la oscuridad que cierne la libertad con marchitas ideas
el ser humano tendiendo ermitaños sobre literas
cuyos gritos surgen del mar con tenebroso auxilio de tormenta.

¿Para qué me das la razón, mentira,
si ahora no me dejas dormir,
y la sombra de mi sombra me abrasa,
como un sollozar tierno de agonía,
y en la triste fábula de mis fábulas,
para ser una razón por la que vivir
los cuentos dejan de ser fantasías?

No quiero ser más hombre.
No quiero ser más verdades ocultas a la rabia.
Pero soy mi propio galán de excelente labia.
Soy un monstruo sin nombre.

Mira.

A un lado la luz, al otro la sombra.

Sonríe.
La realidad nos espera al otro lado.
Rasga el libro por donde tú mismo te has cortado.
¿Sabes qué hay al otro lado?
La incertidumbre.

LA LUZ.

Que te deje ciego la verdad no te hace idiota.
Que no le hagas caso a la verdad te hace inútil.
Es más cierta la velocidad de los látidos
que la longitud inverosimil de la morales.

Que la vida con la luz encendida
es un folio en blanco
en el que escribir poesía.

Poesía de gemidos y poesía de pasiones.
Poesía de lamidos y poesía de razones.
Poesía de anarquías y poesía de sabores.
Poesía de poesía de poesía de poesía.

¡Sentir porque el alma siente que siente
y sentar sentado a lo que nos sienta!

Soy el monstruo tenebroso y cruel
del que nunca escucharás una mentira.
Soy lo que jamás te atreverás a hacer:
Enterrar tus cadenas, vivir tu vida.

¡Mira!

A un lado Macondo, al otro baldosas amarillas.

Seamos una historia, una fábula, una fantasía.

Rompamos cristales de plata con todos nuestros silencios.

Al otro lago, está el sol dándose una ducha,
ha dejado a la luna sudando,
y a las estrellas, como espías
-Que tililando, luego, le dan la espalda-.

Mira.
Mira que grande se está haciendo el monstruo en tu interior.