Qué harás con el monstruo que se haya al otro lado
de la cama vacía,
y rasga con uñas y sueños
la realidad de las sábanas que tan apasionadamente respiras.
No harás nada.
Te quedarás callada ahí como si fuera imposible ser
sombra de un aliento de guitarra,
y de tu boca abierta surgirán silencios,
las anécdotas vacías del lacerante tallo de la rosa.
Me gusta. Mucho (no voy a ser más elocuente, nos vemos en un par de horas).
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