martes, 27 de diciembre de 2011

Por la noche las abejas buscan miel.

Sucede que no me canso de ser hombre.
Que escribo en la servilleta de un bar
los motivos por los que mis maldiciones
son la espuma que le sobra a la cerveza,
que detengo
con la salvaje pulcritud de un solo dedo
el mismo que estuvo contando
los silencios que separaban tus labios.

Sucede que si me enciendes un cigarro
las calles brillan incluso desnudas
por los caminos desprovisto de asfalto,
la arenisca tornándose en azúcar
dulcemente
derretida en juego de números y cuadros
donde te recito el capítulo prohibido
en el que relato el beso que me has dado.

Que quiero ser mendigo
si ya no puedo tenerlo todo entre mis manos
e ir repartiendo holas al mundo
para inundarlo de envidia.
La envidia del resto de mis sentidos
cuando mis ojos estaban cerrados
y tu boca le regalaba música a mis párpados.

Sucede que me canso de ser hombre
cuando no puedo tener tu boquita entre mis labios
y llevármela a casa y decirle allí
que los cuentos que me has contado,
cada noche,
los quiero antes de dormir
yo desnudo y tú en mis brazos
para que esos sueños sean los motivos por los que vivir,
y el dormir una excusa más para estar a tu lado.

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