lunes, 12 de noviembre de 2012

Naturaleza

Piar, roer, aullar tan sólo...
Quedé así tendido y todo
la hierba alta me dejó mudo.

La piel del agua me repta,
dedos, garganta, estrellas,
baila allá de mi pequeña boca.

¿Qué he sido yo, madre?
¡Desnutrido cautivo del hambre!
Lamento de hombre...

Arrasa tranquila la naturaleza:
eran nuestras manos de arena
y no sabe lo que duele.

Por ser poco más que un recuerdo
El dolor que me causa el verbo
acabará matando

aquellos castillos en que veo
al animal que llevo dentro
y no te sucede.



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