viernes, 29 de julio de 2011

Cadenas.

Encadenémonos.

Somos el eslabón perdido de la esperanza.
Ese amor forjado a base de golpes y casualidades.
La cicatriz de batalla de labios enfrentados.
La tercera guerra mundial de las sensaciones.



Encadenémonos.
Somos el orgullo de los poemas del siglo de Oro,
versos que el corazón dedicaría al alma,
el sabor a duelo cuya apuesta es el olvido,
el espíritu de la musa y su poeta enfurecido.



Encadenémonos.
Somos los sobrecargados adornos del Barroco,
eterna imagen de lo difícil que es amar y ser amado,
orgía de voces e instrumentos,
que nos encadenan el corazón cuando nos separamos.



Encadenémonos.
Somos la llamada perdida que estábamos esperando,
la paradoja de la madurez y la inocencia como cuadro,
el árbol que nunca querremos que talen,
el soñar despierto para vivir enamorado.



Encadenémonos.
Tus brazos henchidos de orgullo sobre mi cuello,
mis manos tupidas de gloria sobre tus caderas,
destino jugando con nuestras cadenas,
El amor encadenando nuestra almas.

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