-Para cuando lo eches de menos.
Primero llega la calma.
Jamás mires sus ojos.
Fíjate en los labios,
en sus labios,
porque durante la eternidad del primer beso
serán tuyos,
sólo tuyos.
Verso a verso se irá acabando la distancia entre su locura
y tu locura,
y es posible que el corazón
en un capricho
se desboque y cobre vida.
Tus dedos recorrerán la infinita diferencia entre la miseria
y su mejilla,
y la luna atraerá vuestras cinturas como hace con la marea.
Piérdete por su pelo
por el aroma tranquilo e insistente a seda que dejará en tus yemas.
Y justo en el instante en el que fundáis vuestros deseos,
vuestras miradas quedarán profundamente dormidas,
atrapadas una sobre la otra,
bailando a ciegas,
separándose como los larghissimos dedos del pianista y su melodía,
surgiendo una respiración que os dirá,
a gritos,
lo que es la vida:
El sueño eterno de un primer beso.
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