jueves, 21 de julio de 2011

Poeta entre cables.



Antes era una persona normal.
Fiesta. Alcohol.
Whisky seco, jazz.
Algo de cultura,
colándose entre mis dedos como el aliento de Internet,
En la música de Robert Plant,
En la literatura de Cortázar,
En el cine de Chaplin,
En la perversión de Bukowski,
En la inocencia de Pixar,
y en mi historial se podían encontrar las mejores páginas porno del mundo.

Ahora soy una persona normal.
alcohol para las heridas, fiesta.
jazz seco, whisky.
Ahora no hay cultura.
Internet se ha detenido en ese cristal empañado donde se leen siempre las mismas letras.
Cambio de navegador,
abro pestañas,
otras palabras,
que me conducen todas ellas
a las mismas direcciones,
y en mi historial se pueden encontrar las mejores fotos del mundo,
aquellas en las que sales tú,
y tu sonrisa,
como el saxo en alto de Gerry Rafferty,
y mis deseos más ocultos,
el click click click de los dedos sobre el metal,
el miedo a la casualidad,
nos llevarán a la cara oculta de Baker Street,
donde nuestros besos no harán ruido,
harán poesía.


Declaración de intenciones:
Podéis decir que estoy loco, pero no podéis decir que no intento acerca la poesía a un público más amplio intentando utilizar elementos del s.XXI, como es el ejemplo de internet, las redes sociales...
Nuestro principal problema con el amor es tratarlo como si estuvieramos en el siglo XVI, pero pocos envían cartas perfumadas a sus parejas, selladas con lacre. Va siendo hora de madurar de alguna manera. Lo antiguo es precioso, sí, pero deberíamos usar lo que tenemos, y ser lo que somos: Unos niñatos adictos a internet.

No hay comentarios:

Publicar un comentario