viernes, 21 de octubre de 2011

Travesías de Madrid.

 -A Jara Santamaría.

Sonría. Ella le está sonriendo. Dulzura como de hada o de duende, de mejillas como nubes, como blancos mordiscos. El cabello le cae como la voz, suave, sensual, tranquilamente sus ojos o su cuello o quizás su sonrisa, de esas que hablan como con voz de verdad, y cuya historia narra la batalla de una guerra que está aún sin comenzar.
Se está preparando.
Sus manos sostendrían durante horas la cerveza que sin ella Madrid vería de otra manera, como con coches, y ruidos, y afinar insistente de pasos y pitidos, para que después ninguno sepa tocar, pero el transcurrir del tiempo con ella es una metáfora. De pronto son las cuatro de la mañana, y nos quedan historias, y fábulas, y mundos por conquistar. Todo es armonía. Eliges de nuevo la primera canción sin que se dé cuenta.
Enciendo un cigarro cuando el quinto se acaba. En él hay algo escrito, con sencillez, elegancia... Un trocito de ella, y cada letra que lees te traspasa.
No es horrible (el) ser humano, ni llegar lejos. Dentro de unos cuantos paquetes estará cerca de lejos, donde no pueda alcanzarla, como su cintura. Que por cierto, nunca la he visto. Pero no hace falta. Sabemos que es preciosa.
Cuidado.
Es una poetisa de la vida. Si quisiera, haría de cada uno de tus segundo un poema inolvidable.
Es un rato musa.
Si nadie le ha escrito será porque no la han visto de cerca. A su mirada repleta de palabras, que hinundarán también las calles de esa Madrid desconocida, y su pincel, sus dedos, su lengua, la harán más increíble, la pintarán de fantasías.
Y las casualidades se van sucediendo, mientras las inolvidables travesías de Madrid se van acercando.
Quizás nos guardemos unos versos para creer en los milagros.

2 comentarios:

  1. Ohhh, con frase inédita ;)!
    Gracias por un relato precioso, Yuste.
    No se puede decir nada más

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  2. Claro que se puede. Esperemos unos días.

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