El
genio con el piano se demuestra haciendo el amor. Los dedos deben
moverse enfervorecidos, llevados por el viento sensual de lo que te
dice el alma, y solo el alma, dispuesto a hacer sentir, a
enloquecerme, a mí, que no soy más que tu víctima, la víctima de
tus abrazos en do, de tus besos en la.
Dame
tu ritmo, hermoso piano. Dame teclas al anochecer, dame un Chopin
nocturno de principio a fin, que nos descubran, disfrutando, las
estrellas.
Usa
las manos para besarme, para arrancarme la ropa, para dejarme tendido
sobre mí mismo, sin fuerzas, con la mente deshabitada de inocencia,
abordada por la inmensidad de tu voz.
Quiero
sentir tu aliento prestissimo en mi cuello, querido piano, amado
piano.
Quiero
sentir la presteza de tu arte por todo mi cuerpo, ese escalofrío in
crescendo que hace que me muerda el labio y todo, todo, tiemble.
Olvidate
de las partituras, tú y yo somos improvisación, somos el mismo
aliento en distintas bocas, el mismo gemido.
Yo
seré la cuerda, tú serás el martillo.
Grita.
Cierra de golpe. Clava tus uñas en mi carne, contundente, deja una
marca, ahí, en mi pecho.
Que
sea así, a la luz de la luna, cuando me cuentes tus secretos. Amor,
si estuviéramos tan sordos como Beethoven, ¿qué importa si nos
entendemos incluso con los últimos compases?
Hablemos
toda la noche, mientras el sudor se seca, mientras asimilamos el frío
sudor que aún recorre nuestra melodía.
No
es justo.
Si
yo pudiera elegir no serías solo piano, pero si tú pudieras, ¿qué
elegirías?
Sinfonía,
querida mía, maldita.
Podrán
acabar con nosotros, que no con nuestra música.
Las historias que te contaría si estuvieras a mi lado, capítulo 15.
(Mi futura novela)
No hace falta que diga que me encanta pq ya lo he dicho miles de veces.
ResponderEliminarYa te he dicho que me gusta esto, pero para predicar con el ejemplo: comento.
ResponderEliminarDe momento no te mereces ningún azote.