jueves, 3 de noviembre de 2011

Capítulo 15


El genio con el piano se demuestra haciendo el amor. Los dedos deben moverse enfervorecidos, llevados por el viento sensual de lo que te dice el alma, y solo el alma, dispuesto a hacer sentir, a enloquecerme, a mí, que no soy más que tu víctima, la víctima de tus abrazos en do, de tus besos en la.
Dame tu ritmo, hermoso piano. Dame teclas al anochecer, dame un Chopin nocturno de principio a fin, que nos descubran, disfrutando, las estrellas.
Usa las manos para besarme, para arrancarme la ropa, para dejarme tendido sobre mí mismo, sin fuerzas, con la mente deshabitada de inocencia, abordada por la inmensidad de tu voz.
Quiero sentir tu aliento prestissimo en mi cuello, querido piano, amado piano.
Quiero sentir la presteza de tu arte por todo mi cuerpo, ese escalofrío in crescendo que hace que me muerda el labio y todo, todo, tiemble.
Olvidate de las partituras, tú y yo somos improvisación, somos el mismo aliento en distintas bocas, el mismo gemido.
Yo seré la cuerda, tú serás el martillo.
Grita. Cierra de golpe. Clava tus uñas en mi carne, contundente, deja una marca, ahí, en mi pecho.
Que sea así, a la luz de la luna, cuando me cuentes tus secretos. Amor, si estuviéramos tan sordos como Beethoven, ¿qué importa si nos entendemos incluso con los últimos compases?
Hablemos toda la noche, mientras el sudor se seca, mientras asimilamos el frío sudor que aún recorre nuestra melodía.
No es justo.
Si yo pudiera elegir no serías solo piano, pero si tú pudieras, ¿qué elegirías?
Sinfonía, querida mía, maldita.
Podrán acabar con nosotros, que no con nuestra música.


Las historias que te contaría si estuvieras a mi lado, capítulo 15.
(Mi futura novela)

2 comentarios:

  1. No hace falta que diga que me encanta pq ya lo he dicho miles de veces.

    ResponderEliminar
  2. Ya te he dicho que me gusta esto, pero para predicar con el ejemplo: comento.

    De momento no te mereces ningún azote.

    ResponderEliminar