miércoles, 23 de noviembre de 2011

Un drama autobiográfico.

La vida no es más que un drama autobiográfico
donde la felicidad es una novela mal escrita,
y mesamos con ternura pies y rodillas
para descender por cuestas de ojos cerrados.

Antes consistía en ser guerrero o vencido,
pero las cicatrices son la cuerda tendida de los fantasmas,
y guardamos la sangre de la crepitante llama
que suspiraría por las mejillas como lenguas de lágrimas.

¡Cómo nos arriesgamos quedándonos diez minutos más
en la insoportable levedad de la misma cama,
apartando la vista del monstruo a nuestra espalda,
por si nos diera miedo su dulce sabor a labios y boca!

Con sus ojos un dedo eléctrico te desgarra,
el sudor a miel de las hadas ardiendo en cuentos,
y el calor creando uñas de lluvia por la garganta:
la alergia del hombre bueno, el alimento del alma.

Será de la locura el cantar la poesía sin rima,
y el versar la fabulística lealtad de los latidos.
Pero hemos visto versos acostados sobre montañas,
y canes y dientes, fieles a su instinto.

Los escenarios en los que actuamos los cualquiera
se han quedadon sin apuntador y sin modales,
y cuando saltamos los orgullos de aquelles y ninguanes,
una brocha nos tizna los labios de orgasmo.

¿Que por qué follo y fumo y bebo?
Porque odio ver en tu frente el dolor de lo magnánimo,
porque solo un idiota deja un beso en cada verso,
porque la vida no es más que un drama autobiográfico.

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