viernes, 9 de diciembre de 2011

Instinto.

A lo mejor no tendría que haberte escrito tanto.
Haber dejado que pasaras por delante
como el autobús.
Pero me es imposible no hacerle caso a mis sombras
ni a los puñetazos sobre mi pecho
que alguien me ha dicho que tienen nombre:
latidos,
pero estos deben ser perros que ladran
al pasar a tu lado.
Ellos deben comprender el peligro que supones.
¿En la piel de un animal será el instinto la verdad?
Yo no seré un perro...
Pero qué ganas tengo de morderte.

2 comentarios:

  1. ¿Hasta dónde somos animales y hasta dónde no?

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  2. Eres genial, que pena que no puedan dársele bocados a los poemas porque me comería algunos tuyos.

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