Que tenga veintidós años
no indica que no te pueda corregir,
tachar con palabras soeces
propias de mi junventud.
Porque soy joven y fui suelo
por vuestra libertad,
durante largos días,
y solo cuando los niños
nacieron en la calle
los adultos fueron infancia
y comprendieron por fin:
Que la anarquía vive
en nuestras lágrimas.
Y los caminos,
y los noemas
escriben destinos
en la piedra.
Que somos verbo,
no sustantivo.
Y que las sombras, como las pollas,
no importa cuan largas sean
si no sabes usarlas.
Buenísimo.
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