miércoles, 11 de enero de 2012

Contrato para llevar a cabo una relación amorosa entre un poeta y una musa.

1.    La musa es aquel ser mitológico que cuando todo anda en silencio sigue existiendo la música, contrayendo las palabras hasta deshacer los significados, dándole nuevos sabores a la fruta fresca, y nuevas formas al humo del cigarro que consume.
2.    El poeta es el cigarro.
3.    El poeta, que usa las palabras más allá del consentimiento social, aceptará las locuras, cavilaciones, inquietudes e hipocondrías de la musa, motivo único por el cual la musa es musa e inspira al poeta.
4.    El poeta tiene la obligación de escribir todos los poemas que la musa le inspire.
5.    La musa acepta que cuando el poeta está escribiendo, ESTÁ escribiendo.
6.    En el caso de que el poeta se detenga frente a la musa durante varios minutos sin apenas moverse ni respirar, la musa acepta que no le pasa nada. Simplemente contempla su belleza y los versos que se reparten por su cuerpo.
7.    El poeta se compromete a leer cada uno de los versos impresos en la piel de la musa.
8.    El poeta leerá entre líneas las afirmaciones de la musa.
9.    La relación entre el poeta y la musa no tiene límites. El poeta siempre será poeta y la musa siempre será musa, eso es lo único que importa.
10.    En el caso de que la musa no se crea musa, el poeta tendrá paciencia hasta que se le quite la tontería de la cabeza.
11.    Tener paciencia.
12.    Mucha.
13.    Muchísima.
14.    La musa inspira per sé. No necesita hacer ni decir nada. Esto solo agravaría la situación.
15.    El poeta no tiene voluntad, tiene palabras. Todas para su musa.
16.    Si la musa al leer los poemas no entiende parte de los trovos, figuras retóricas, debe comprender que el poeta tampoco las entiende.
17.    El poeta nunca huirá ante situaciones altamente complicadas, pues no puede. La única puerta de salida que conoce es la boca de la musa, y huye por ella siempre que puede.
18.    Con el paso del tiempo la musa comprenderá que los avisos para concienciarse a sí misma de que tarde o temprano el poeta desaparecerá no sirven de nada. El poeta nunca se irá, pues el poeta no puede dejar la poesía.
19.    La musa es poesía, tras mudar la piel.
20.    La felicidad del poeta depende casi en su totalidad de la felicidad de la musa.
21.    Hacerla feliz.
22.    Mucho.
23.    Muchísimo.
24.    Todos los caprichos que el poeta le da a la musa están completamente justificados: Ella le regala poemas, nada más difícil de reembolsar.
25.    El poeta está loco. La musa es la locura.

3 comentarios:

  1. Me gusta todo lo último que hay por aquí y me hace gracia el giro temático, que todo tenga de fondo el mismo rostro. Lleva cuidado. Se empieza así y se termina siendo feliz.

    No juegues con fuego.
    (Qué coño, quémate).


    Un besito princesa.
    Manuel.

    ResponderEliminar
  2. Es genial, con este post me has cautivado.

    ResponderEliminar