domingo, 8 de enero de 2012

El secreto lenguaje de los gemidos.

El juego,
el juego de dejar de correr
de estar corriendo sin recorrer distancias.
Acabar fundido, cansado,
con las venas rojas,
el cabello cristalino,
el alma corta,
boquiabierta
buscando el agua, el agua atroz de las mañanas,
el cigarrillo de las noches en ceniza
para los pulmones abiertos y la mente insana.

Las burbujas tiemblan sobre la espalda
manteniendo el equilibrio en la sombra de una palmera,
cubrirnos con sus hojas y leer
leer enfados, las lenguas enfrentadas, como espadas,
cabello al cuello,
el cabello cristalino,
el alma sorda,
boquiabierta,
respirando los gemidos, los gemidos húmedos
de las gotas de sudor que huelen a selva
a rugido de dientes, el estallido de muelles sin barcos.

Y se parte,
por la mitad,
un escalofrío perfecto, como un rayo
que quema y deja marca de uña o una espina,
de una rosa con piernas que te saja la cintura y huele
al camino de hierba de un caracol por una espalda
o un dedo por una espalda,
o una lengua por una espalda,
y se parte
por la mitad,
como un rayo
el cabello cristalino,
el alma sorda,
boquiabierta,
contando secretos en la lengua de los gemidos:
"No me sueltes, cielo,
estoy jugando con la luna".

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