miércoles, 4 de enero de 2012

Just read.

Y leer, como lee un ciego, con los dedos extendidos, pasando suavemente mi piel por tu piel, sentirla suave, con los ojos cerrados, salvaje, con tus ojos abiertos y la boca en exclamación, la misma que contiene esos labios, esos labios que tienen hambre, y los leo mil veces, puedo leerlos mil veces, y luego otras mil, cambiando mis dedos por mi lengua, más propia del lenguaje, acrecetando los significados, inundando de palabras mis mejillas, tus manos leyendo desesperadamente mi cabeza, mi cabello, revuelto, llevándote a tu vientre, a tu ombligo, pero me parece tan divertido lo que me dices callada que con la punta de la lengua un camino recto te atraviesa, te eriza la espalda, despertando las ventanas, me odias, te odio, nos odiamos, como si jamás hubiéramos odiado a nadie, buscas que mis caderas te digan, con fuerza, pero ya te están diciendo, que ahora mismo eres mía, que te estoy leyendo, que acabaré ahora mismo con el libro, con su adrenalítica poesía, que jugaré con tus versos, que la serviré en una copa de vino, que me beberé tu agonía, hasta dejarte muerta, hasta dejarte viva.

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