martes, 24 de enero de 2012

La marioneta.

La marioneta miraba
los entresijos muditos
tras el blanco escaparate.
Apenas movía un dedo
una rama o una astilla
o su pechera verde
sobre el escenario gris
pero faltaban manos
para saludar con el sombrero
a las niñas de trajes
blancos sobre cielo gris.
Colgaron de la marioneta
hilo verde de ortigas,
le escocían los ojos
llovía tras los cristales.
Sería miércoles imposible
o tarima de piedras
el beso de una almendra
amarga como la hiel.
Eran los bailes cuervos
y sus risas alargadas.
Y del cristal no brotaban
arañas de telas grises.
Pero su puño se alentó,
solo fue un candil
que luego llego a sombra
pero debía ser furia
de un Dios sin religión
y golpeó golpeó golpeó
golpeó golpeó golpeó
GOLPEÓ GOLPEÓ GOLPEÓ
GOLPEÓ GOLPEÓ GOLPEÓ
hasta que se hizo trizas
la lluvia y los hilos volaron
por su pechera verde
blanca sobre cielo gris.
Y vio el mundo redondo
como las calles rojas
y los semaforos verdes
y los teatros eran gigantes
como deseos de hombres.
Postrado en la butaca
pudo seguir a los cisnes
el cascanueces y sueños
que él nunca bailaría
no sin sus hilos de verdes
grises como su pechera.
Luego la anciana sonrisa
de voluptuosos pasos
alzó la voz al cielo
y el cielo se hizo anécdota.
La marioneta aplaudió
sombreros a sus pies
y los dedos en astillas
hasta vacías las butacas
las butacas tan verdes
sobre el cielo de carmín
y la anciana la vio
sobre la silla aplaudiendo
a la marioneta sin hilos
sin pasos de baile
sin voz cantante
solo astillas verdes
bajo su sombreros gris.
Y la anciana voz
le dejó cinco cabellos
"son para cada uno
de los sentidos que no tienes
pero morirás por el arte
y todo lo verde que viste
será gris para siempre".
 

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