domingo, 22 de enero de 2012

Ya podrían ser las dos
o numerosos nubarrones
junto a la impaciente lluvia
cayendo desastrosa
sobre las motos
los timbres
los almanaques de vírgenes
las faldas de las princesas
y sus peinados perfectos,
que solo veré
con tu aullido
los metros
las distancias
y no las montañas y colinas
los edificios hundidos
los coches y las señales
las farolas apagadas
o la luna
cayendo implacable
contra mis huesos.

Porque ni una de estas cosas
existe
sean las dos de la mañana
o siempre
si delatas con tu voz mi nombre.

(de todos lo del mundo
parece acaso que exista)

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