miércoles, 1 de febrero de 2012

Apología del inválido (fragmento)

Tú,
Bach,
enguyendo las catedrales
con todas las artes,
improvisaste
cuando se te hizo fusa
cualquier horizonte.
Ayer supe escucharte vivo
por todas las vacaciones de París.

Tú,
Mozart,
que fue tu última locura
carretera de lluvias,
con mil voces
atadas a los nubarrones,
y no te lloró nadie.
En la esquina de aquella partitura
postraste desde el lecho tu hundimiento.

Tú,
Bethoveen,
que vistes de la luna
claros y sombras,
tumbado así
tu mejilla en tu almohada
y lo escuchaste todo.
Todo lo que no quisimos escuchar
lo hiciste hambre de la humanidad.



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