lunes, 20 de febrero de 2012

Guerra Civil.

Ha llovido tanta ceniza
que los volcanes lloran
apagados, tristes, solos.
Los edificios derruidos
los cubre la nieve que
cegará cada ventana.
En aquella estabas tú,
con tu sonrisa a primavera,
o tu espalda en blanco
víctima de dedos negros
deseando hacer música
al compas de tus cabellos.
Estabas tú, pero ya no.
Solo recogeré los restos
del reloj que estalló
en aquella guerra civil
conmigo y contra mí.
A veces me quiero...
Y otras... Dios... otras...
Como querría no ser,
no tener esta piel,
ni este dolor, ni sed.
El ego que me sostuvo
ha sido mutilado. Por mí.
Hermano de mi mismo,
tenías toda la razón:
Si empezaba la guerra
el mundo caería.
Y ahora, caminante soy,
sombra de una sombra,
sobre el jardín de ceniza,
recojo mi bayeta y
solo quiero otra batalla.
Las heridas sanarán
con las mismas heridas
de la misma pistola,
de las mismas garras.
Hermano de mí mismo,
tenías toda la razón:
Si te arrancan el corazón,
el cuerpo no sangra,
pero duele, devuélvemelo.
Devuélvemelo...
Soy un hombre recogiendo
ceniza de la ceniza
de las calles donde la guerra
dejó intactas las ventanas
desde las que te veía.
Y ahora te sigo viendo,
en el mismo paisaje,
en el mismo reflejo,
Hermano de mí mismo,
puedes romper a llorar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario