viernes, 10 de febrero de 2012

La dicotomía de la espalda recta.

Si mi mano se alarga la sombra es un censor de obras de arte,
de soles y rayos de sol -el palpito en la palma no prende la tela-,
de ignorar el consumismo de una sociedad habitada por un uno
que suscitara cada viento y destruyera cada soplido del viento,
y en los resquicios de edificios critica la perfección con música
porque tras el polvo solo quedan vigas levantándose en partituras,
que es cuando mi otra mano tapa mi otro oído y gritando lo aleja,
pero la ciudad en todas partes es tan solo tan dulcemente tuya
que el hombre tacha sus sentidos con las hojas de los poemarios
para ahuyentar el veneno impregnado en la saliva de las letras.
Pero para el hombre ciego y sordo el mundo entero se petrifica
y su espalda recta queda atrapada en el olor de los labios de la víbora.
Pronto el mordisco inoculado con un beso mata al individuo
y se lo lleva a la garganta con el estertor de un silencio...

Tras surgir de la pesadilla el individuo tapa el sol con sus manos.
Pero ya está despierto. Es inevitable. Será inevitable. Por suerte.

2 comentarios:

  1. Creo que es uno de mis poemas que más me gustan.

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  2. Es muy bueno Endeudao, tu poesía siempre halla formas de tocarnos; pero tienes otros que prefiero. Un abrazo.

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