domingo, 26 de febrero de 2012

Quisiera pedir disculpas por adelantado

Ladrona.
Si me faltaba el aliento lo tenías tú.
Como disculpa,
osaste dejarme una nota con una sonrisa,
una sonrisa de letras, mareadas
en código secreto.
No pretendo entenderte,
ya lo haces tú por mí.

No necesito pintalabios, me dijiste.
Y mi dedo, tan manchado,
y mi boca, tan marcada,
fue la tinta necesaria
para un millón de cuentos.

Sé que en tus cuentos el lobo te acompaña a casa
temiendo que tus garras le hagan la misma herida
que tu mirada lo dejó encerrado en aquella cueva.
Y asomado a su piedra el lobo se alza y le duele
todo el camino de vuelta, y tanto que llevarse a la boca
los dientes perdieron su sentido, y mascan letras
para describir en la piedra tu cuerpo, y su anhelo
no tiene caperuza, todos escuchan su llanto sonriendo,
que al fin el lobo solitario ha encontrado contrincante.
Lo dicen sin entender que perder fue su victoria,
y como no hay palabras para describirte, aulla y aulla.
Tan solo quiere decirle a los lobos que aullen y aullen.
Y el bosque explotó escuchando tan fuerte tu nombre.
Y el hombre se escondió deseando que fuera mentira.

Y el lobo sonrió,
acariciando la luna.

La única moraleja que me queda es la de decirte
que si muero déjame muerto, desnudo, sin verso.
Pero cuando tú te vayas, el aullido debe quedar
en el suspiro de los que escucharon tu nombre.

Como los pétalos de una rosa cuando muere
quiero dejarte en otros libros.

Quisiera pedirte disculpas por adelantado,
por si no lo consiguiera.

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