martes, 13 de marzo de 2012

I

-Tengo un país entero para mí
llamado soledad.
Todos los puestos de vigilancia,
las almenaras,
las murallas que separan los mundos,
están vacías.
No pueden invadirme si no saben
dónde estoy.
-La ciudad se ve pequeña
desde donde miras.
Conoces los nidos del bosque,
y la hora
en la que los búhos jazzean.
Y sabes
que todos los búhos jazzean
y que los grillos
acompañan su destino
con una canción.
-¿De qué destino me hablas?
-El de los niños.
Disfrutar la ignorancia del camino.
Soñar despiertos
que nada se tiene, que nada se pierde,
que todo existe.
-Sólo cuando tengo miedo a perderte
soy un niño.
-Porque no estás durmiendo.

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