Esas fotos
en las que sale un hombre mirando a ninguna parte,
con un puro en la mano,
el humo que nunca termina de salir de su boca
sosteniendo la frente con sus dedos,
y una barba miserable,
soy yo.
Soy yo en todas ellas.
Lo sé,
porque sé lo que está pasando.
Sé que su mirada desviada contempla
atentamente
una fotografía.
Y me da igual que jamás lo comprendáis
pero
esa fotografía
es lo único que ha bebido en toda la noche.
Lo único que necesita
para emborracharse.
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