Dejar entre las manos
el secreto de que nos derretimos
frente aquellos rostros
a los que adoramos en silencio.
Porque es maravilloso
decir que no somos unos borrachos.
Insiste la mentira
de que el hielo perdura en la cicatriz.
Y cegará los ojos
la fruta madura que cae impoluta.
Pero
En la boca del niño
el placer desvirga las pupilas con un
extendido bostezo.
Y el niño reflexiona:
Hay seres mitológicos
con cabeza de mujer
y cuerpo de mujer.
Sentirse niño es peligroso
porque contar los cuadraditos de las baldosas
es un desporte de riesgo.
Me gusta, sobre todo la última, me trae recuerdos.
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