jueves, 19 de abril de 2012

Fénix

Sí, quemé la biblioteca.
Con sólo una cerilla. Sólo una.

La gente gritaba por los pasillos.
Las estanterías clavaban sus rodillas en el suelo,
sus codos en el suelo.
Y los libros
estallaron en mariposas
asomando sus alas por las ventanas
hacían señales de humo.
¡Socorro!
¡Socorro! ¡Gemían los libros!
Fuera el gentío se deslibraba el rostro con las manos.
Miraban sus manos libradas
mientras el cielo se libraba libremente
desde los cimientos, como en la adolescencia.

Entonces surgió
Un ave
tal como anda el silencio y el cielo sobre nosotros camina,
sus alas, del color de los labios, ocupaban las pupilas,

Los ojos no la creyeron
pero marchó
por sobre los tejados
y aún por sobre las pupilas
y aún por sobre los labios.

Por sobre la cerilla, la ceniza, la boca.

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