lunes, 23 de abril de 2012

Día del libro.


Las páginas de una buena novela
están empapadas de combustible.

Con la boca abierta soy un recipiente
de los segundos que no quemo contigo.





Día del libro.
Convendría insultar a más de uno por el simple y llano motivo de que no sabéis que sois un libro, pero si andáis por aquí, perdiendo el tiempo en lo que a palabras se refiere, será porque de alguna manera adoráis leer. Sólo que no os lo han dicho, no os han prometido nunca jamás a través de las páginas de la sencillez, incluso de la ironía.
Vengo a desmitificar la literatura. Un libro no es el Quijote. Ni Pepita Jiménez. Ni El Caballero de Olmedo. Pero sí. Un libro es Benjamín Prado. Es Buero Vallejo. Es Miguel Delibes. Pero no. Toda la literatura es en sí y en sí no lo es –hay teóricos discutiendo sobre ello-. Al igual que la poesía no es toda compleja e impronunciable –quisiera ver a cada poeta defendiendo sus versos-.
Si no fuera porque soy una persona que confía en la estupidez de ministros, profesores y catedráticos, creería que estas gentes tienen un plan urdido en contra de la literatura. Quizás toda esta horda de ineptos sean creadores frustrados que desean alejar a los jóvenes de las obras que deberían marcar su vida, pero es estúpido aplicarle a la literatura un método matemático: El Quijote serían las raíces cuadradas, no la suma. Y empezar a enseñar por el final…
Está claro que si alguien me hubiera plantado el Ulises de Joyce a la tierna edad de quince años, probablemente me habría traumatizado y convertido en uno de esos mezquinos muchachos de barrio que se vestían como los mayores y salían a beber cubatas porque era guay. Por alguna cuestión genética, por suerte, escribiendo conocí a gente que de otra manera no hubiera existido.
Hoy es el día del libro y hay mucha gente que no conocéis. No es vuestra culpa. A menos que la ignorancia sea algo que echaros en cara, que entonces, sí, es vuestra culpa.


PD: He decidido que a partir de ahora voy a escribir un artículo junto al poema...
PD2: Esta tarde leo en el Hemiciclo de la Merced invitado por Isabelle G. Molina dentro de las actividades del Aula de poesía, enmarcado dentro de lo que hoy sería el día del libro... Y así... Qué follón...

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