domingo, 15 de abril de 2012

Toma.

Parece que mis pies no han sabido hacer otra cosa más que esperar.
Mis pasos son abono y brotan sortijas de hierbas que me atan al suelo.
Hay una colina y un mar al fondo y una tormenta y una lluvia y un rayo.
Y yo un pobre hombre que observa así como dormido entre amapolas.
Me calo la ropa, me calo la garganta, me calo el alma hasta los huesos.
No sé parpadear. Un día me lo dijeron pero ya no me lo han dicho.
Ya no me quedan recuerdos que vayan a olvidarme en un instante, dices.
Y tirito de frío por improvisar en las pupilas tantos pasos de baile.
Ya he olvidado dar abrazos, ahora grito, grito que me persigas más allá
del mar en calma que te ignora, del mar que sigue siendo mar aunque
todos tus abrazos queden relegados a ignorarme, aquí soy un grito
que observa y se empapa, y se muere, atado.

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