No es fácil emborracharse con agua
ni pretender crecer a las tres y pico de la mañana.
Poco a poco me voy curtiendo
y las ramas se me quedan algo angostas
frente a rascacielos,
hogar donde viven los que no existen.
Un bonsái es el único recuerdo que me queda
de que la naturaleza está hecha para decirle
"voy a buscar la manera de superarte"
como si de una madre jovencísima se tratara.
Y cuando todo parecía imposible
volé de los cielos todos los edificios
viajando a cada una de las azoteas.
Pero no siempre quiero estar arriba,
a veces añoro la sombra,
tumbarme sobre la proyectada sombra
de un bonsái.
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