-Y yo le dije, eh,
no puedes marcharte así por las buenas,
todavía tenemos mucho que contarnos.
Y entonces estiré la pata
como si fuera a dejar de alargarse.
Pero se acabó alargando, ¿sabes?
-Se dice largando.
-Se diga lo que se diga, duele.
Y yo sólo soy un gato callejero.
-Y yo un humano de ciudad.
-Y lo fomento. Vaya si lo fomento.
-Querrás decir lamento.
-Sin humanos de ciudad no habría gatos callejeros
que de vuestras cartas sobran latas
y vuestros coches dan la sombra
a las bocas de las alcantarillas.
Es un buen lugar para procrear.
Pero no hablemos más de ti. Es lamentable
echar de menos.
-Lo fomento. Lo fomento.
-Tu egoísmo sólo riega flores muertas.
-Si quieres te ayudo a buscarla.
-¿Flores muertas?
-A tu gata parisina.
-¿Cómo? ¿Un humano como otro?
¿Qué tienes de especial para hablar con un animal?
-Hablo con ellos a diario.
-No me convences. Ráscame la oreja.
No está mal. Te enseñaré por el camino.
¿Sabes caminar?
-No lo sé.
-Pues espero que te guste la música.
A mí me gusta la música.
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