martes, 7 de agosto de 2012

Para llegar a París

Sólo recuerdo el calor
cuando invierno se pone una bufanda.
Y la bufanda que yo visto
me aprieta la garganta.

Sólo veo el cielo azul
cuando se escapa el sombrero.
Puede que el cielo esté triste
pero yo lo estaba primero.

Y hablo con un animal
que normalmente no dice palabras.
Si me escondo a maullar
es porque me acuerdo de tu cama.

A mil kilómetros vi
un hogar para los dos.
Una torre hecha de metal
invadida por rulots.

¿Dónde está aquel hombre?
El que usaba como arma poemas.
Pareciera que quería utilizarte
para borrar los problemas.

Y al fin concluyó
que para llegar a París
sólo necesitaba
unos labios para morir.

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