viernes, 25 de noviembre de 2011

Viento.

Si yo pudiera decirte viento
                                        te llevarías mis palabras.

Qué azar haría pues tus
                                   quebrados caprichos de dama.

Cazaría pues todo
                           exhasperado aliento de alma.


No iba a subir hasta que no fuera todo escalera
                                                                   o escalones.
Agar, azur y tal sonrisa, inquietas la subida
                                                            de apagada luna.
Aquellas hojas secas caen y no
                                             se dejan desnudar poemas.
Si has sido tú
                                     devuelveme mi gemir de guitarra.
Pero sin ti
                                 hasta el frío derrite mis alas.
Viento
                              no me lleves al orgasmo más alto.

Y se va quedando entre nosotros un congelado hueco
que nos separa.

Si no has venido a beber, ¿a qué has venido?

Tan solo a derramarme hielos, a poner en mi frente
alargada sombra.

Glass. Al rincón de mi pecho. A suspiros de cama.

Úrsula, cómo rompiste la virginidad de mi inocencia
aún sin arena.

Si allí, mira, si allí subiera, viento, ¿me ayudarías?

No vengo a volar por la tierra.
Ya hay mucho idiota con alas.

Vengo a regalarte el agua
que sobró de tu boca.

Vengo a apagar el tiempo
a apartarte de mi gruta.

Vengo a decirte, viento:
ya robaste mi aliento,
ya no queda nada.





No hay comentarios:

Publicar un comentario