jueves, 1 de marzo de 2012

Carta de desprendida

116 tonterías escritas. ¿Y qué he recibido a cambio? 116 tonterías escritas.

Ha pasado un mes desde que empezó febrero, un febrero bisiesto, obtuso, con alardes de echar horas extras para hacer lo mismo que el resto de los días. Es como uno de esos niñitos insensatos que hablan de nomadismo, de la pluralidad, de la originalidad, y luego llevan todos barba, piercing y rastas a modo de tribu urbana. ¿Dónde os queda el tatuaje, satanases del infierno?
Pero hoy tengo para repartir a todo el mundo. Quizás porque estar cansado físicamente produce que estés cansado anímicamente, y cuando no puedes con ninguna fibra de tu cuerpo, el peso de la mandíbula cede y las palabras salen. Y punto.
Siento si vuestra falta de prepotentismo hace que el resto del mundo os aplaste. Vuestras dudas os traspasan, y de las cosas que estáis seguros las transmutáis en dudas para no sentiros en la responsabilidad de tener algo serio ni si quiera con vosotros mismos, y lleváis lo de ser infiel a vuestra persona hasta el fin de las gunfias.
Y luego soy yo quien tiene que acarrear con la carencia de personalidad de las vestimentas crujientes como insectos. Que no me meta en la vida de los demás, me dice alguien. Pero es que vuestra subnormalidad supera los decibelios permitidos, hace saltar las alarmas, y se sale de la gráficas hasta señalar un 12 en la escala Richter.
Sois vuestra propia catástrofe natural.
Como vuelva a escuchar a algún niñito Zen más hablando de la energía positiva, del buen rollismo, y de ayudar a los favorecitos mientras va a la casa del gitano de la esquina a gastarse 50 euros en una bolsa de maría, voy a declarar de nuevo la inquisición y a sacar a España, a Europa, al mundo, y al universo de la crisis. Y no voy a dejar a los comunistas, ni a los anarquistas, no. Voy a dejar a los pobres, porque ellos lo único que quieren es sobrevivir, mientras que vosotros lo único que queréis es tocar los cojones gastando cada segundo en concienciaros que jamás podréis ser felices.
Idos a la mierda, hablando finamente. Porque, querida sociedad, el día que te mires el culo al espejo lo tendrás tan abierto que ahí cabrá una familia entera de guatemaltecos de bosque, con sus lanzas y sus plumas. Y serás tan profundamente idiota, querida sociedad, que no le dirás siquiera que bajen sus armas, por mucho que rasquen.
Y hablando de cosas que dan por culo.
Hablemos del amor.
Lo único puramente poético en la vida que instrumentalizáis. ¿Porque os han hecho daño? Y a mí la tierra cuando me caí de rodillas con cuatro años, y mírame ahora, que no paro de pisarla. Ya sé que está de moda decir que el amor es una mierda, que el amor no existe, que dura cinco segundos, y todas esas tonterías, pero si rechazaramos todo lo que tenga esos parámetros al final no nos quedaría nada. La única diferencia, fundamental y principal, es la adicción. Cómo os adicciona el amor... (pero es mejor decir, como los yonquis que piden dinero en la puerta de una iglesia, que pedís besos, pero que son sin amor).
Claro que también intentáis una y otra vez hacer del amor lo que vemos en las películas. Créeis saber lo que es el amor porque lo habéis visto en la tele. Créeis que tiene reglas. Créeis que el amor es algo. Y quizás, el amor, sea lo inexplicable. No lo inexplicable en cuanto a "-¿Por qué estás estudiando filología inglesa? -No lo sé. Eso es inexplicable", porque no, porque eso es de ser un poco corto y pasto de la hoguera. Inexplicable en cuanto a inventado. Inventado en cuanto a que no es tangible, a que deseas hacer existente algo que no existe, mientras siente como vas desapareciendo de la faz de la tierra.
Yo siempre tengo que dedicarle, escriba lo que escriba, unas palabras a alguien.
Hola.
Hoy estoy cansado.
Y solo busco un colchón, y unas palabras, y unos dedos.
Tendré que esperar a que te revuelvas en sueños para escuchar lo que quiero. O mejor dicho, lo que quieres. Y aunque no escribas en mi libreta cara de burócrata, sé que dejar que duerma contigo consiste en dejar que te lea.
Y sí, hago con mis escritos lo que me da la gana. Y ya está. Dejad de opinar. Hoy en día, las opiniones importan tan poco como los sentimientos.

Y esto, aparte, voy a estar varios días sin publicar. Probablemente hasta el lunes no veáis nada mío escrito por aquí. Quizás, incluso, hasta más tarde. Quizás no vuelva a publicar. No tengo ni idea.
Vosotros, mientras tanto, pasadlo bien.
Y a las personas que queréis pero no se lo demostráis, demostradselo. Y a las personas que se lo demostráis pero no se lo decís, decídselo.

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