jueves, 17 de mayo de 2012

Miau


XLIV

Él caminaba por las calles. Caminaba, con sus dos piernas peludas pero vestidas por encima de la pierna y del vello. Él miraba con los ojos, con las pupilas, con el tránsito de electricidad que el exterior producía en información hasta el cerebro. Y tenía voz, una voz timbrada por cuerdas vocales que sabían cantar sin canción.
Por eso, cuando él subió al banco, y dijo

Hasta donde pude llegar por verte.
Pude comprarte un billete de ida.
Adiós, te dije, a capítulos tranquilos.
Pero en realidad mis declaraciones de amor
Eran mítines políticos que nos hacíamos
El uno al otro, haciendo bailar las banderas.
Construimos infinidad de puentes con nubes.
Y paseamos sobre ellos como diciendo
¿Quién ha dicho que no se puede vivir
De ilusiones?

Y por eso, lo mataron. Los que tuvieron oídos se quedaron mirando. El hombre yacía muerto en el suelo, pero no su poema. Su poema caminaba, con sus dos piernas, pero desnudas. Con sus ojos, y sus pupilas que daban información, hasta el cerebro. Y tenía voz, una voz timbrada por cuerdas vocales que era canción, sin saber cantar.

1 comentario:

  1. Es una dulce tentación el visitarte amigo. Aquí converso con el alma. Me disculpo por la ausencia, el tiempo me mantiene como al Capitán Garfio con una sola mano disponible para enfrentar al mar. Mis peques terminan el lunes sus examenes finales y yo recién mis responsabilidades laborales "expandidas". Un fuerte abrazo corazón de león.

    ResponderEliminar